Desarrollo de la lengua

A partir del establecimiento de la Triple Alianza en 1428, los ejércitos mexicas llevaron el náhuatl clásico a pueblos alejados como los zapotecas, totonacas y mayas, dejando un rosario de topónimos en náhuatl a lo largo de Anáhuac.

Pero su máxima expansión territorial no se debió a los mexicas, sino a los padres cristianos, quienes la adoptaron como lengua de evangelización y la llevaron a regiones alejadas de Centro y Norteamérica. En la década de 1520, el náhuatl cruzó los océanos, abriendo escuelas en España y estableciéndose en Filipinas, donde sobrevive hasta hoy en apellidos.

La Colonia fue favorable al náhuatl, pues su forma de dominio se basaba en el sistema de castas, y la lengua era uno de los principales factores que permitían distinguir las castas. Por lo tanto, las autoridades no querían que el pueblo llano aprendiera español, lo que les obligaba a destinar recursos para sostener las lenguas locales.

Sin embargo, los ideales igualitarios de la Independencia cortaron esos recursos e invitaron a las comunidades a participar en la vida política, obligando a las lenguas nativas a entrar en competencia desleal con el español. Como resultado, 200 lenguas que habían sobrevivido a la Colonia - entre ellas, el náhuatl clásico - se extinguieron en las décadas de 1820 y 1830.

La historia del náhuatl nos deja una importante lección: una variante más refinada de la lengua es más frágil, pues requiere de un sólido contexto cultural para sostenerse - recursos, escuelas, especialistas, publicaciones... En cambio, una variante simple y popular es más resistente. Por ello, el Teonawatl y el Nawali’toa, siendo las ultimas variantes en surgir, fueron las primeras en extinguirse, mientras que el macehual, siendo la más antigua, aún subsiste. 

Duración cronológica de las principales variedades del náhuatl.